lunes, 9 de marzo de 2015

Durante todo el fin de semana me dio exactamente igual la hora que fuese, quedarme sin comida, no dormir, no responder a ninguno de los correos de la bandeja de entrada, no ser productiva en ninguno de los otros sentidos, me daba igual mientras estuviese la cama deshecha y las ventanas cerradas a prueba de cualquier vecino;
después recuerdo haber tenido las manos muy frías
y hambre
y sueño
y ganas de abrir las ventanas.